Así pues, cuando desembarcó en el Nuevo Mundo (1492), Cristóbla Colón se encontró a los primeros fumadores porque fuera del continente, el tabaco era totalmente desconocido. En los años posteriores, los aventureros españoles que se lanzaron a la conquista de América difundieron en gran medida esta planta herbácea del género nicotiana y muchos se lanzaron enseguida a cubrirla de sombras y misterios.
Establecido en la región actual de México, el pueblo azteca fumaba tabaco seco a través de tubos naturales, como tallos huecos de plantas. Otros aborígenes liaban el tabaco triturado en hojas de otras plantas. Esos curiosos objetos humeantes se parecían ya a los actuales puros y enseguida tuvieron un gran éxito entre los conquistadores del siglo XVI, que los pusieron de moda cuando volvieron a España.
Por tanto, encontramos a los primeros fumadores europeos entre los ricos notables de Sevilla. Intrigados por esa curiosa moda y por la rareza del producto (que por eso era caro), los mendigos recogían los restos es esos "puros" que los fumadores tiraban por la calle y, liándolos en hojas de papel, dieron origen a los primeros papelillos o cigarrillos.
En Francia, el fraile franciscano y gran viajero André Thevet inició en 1556 el cultivo de algunas plantas de tabaco que había traído de su expedición a Brasil. Pero fue el embajador de Francia en Portugal Jean Nicot (1530.1600) quien envió en 1559 muestras de hojas de tabaco a Catalina de Médicis. ¡Milagro! La hierba de Nicot alivia las jaquecas de la reina madre, que acaba de quedarse viuda de Enrique II de Francia. Así pues, bajo el nombre de nicotiana y dotado de poderes medicinales, el tabaco entra con honores en la corte de Francisco II (1544-1560), el hijo de ambos. Su éxito ya no cesará...hasta nuestros días.
Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Nicotiana
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